P.E.C.T.A.


César Javier Palacios/20 minutos.es/WOLF

El pinzón azul de Gran Canaria (Fringilla teydea polatzeki), una de las aves más amenazadas del planeta, ha logrado renacer de las cenizas de un terrible incendio forestal que a punto estuvo de acabar con él. Sólo la mitad de su exigua población mundial, apenas 150 ejemplares, ha conseguido superar la dura prueba. A pesar de ello, los expertos son optimistas respecto a su futuro y confían en que logrará escapar de una extinción que parecía inminente.

La culpa la tuvo un trabajador forestal a quien se le acababa el contrato. En julio del año pasado provocó un pavoroso incendio forestal que arrasó 6.000 hectáreas de superficie arbolada y otras 12.000 de matorral, en el suroeste de Gran Canaria. Prácticamente la totalidad de los bosques maduros de pino canario, el último refugio de este bellísimo pájaro.

Un año después, los especialistas están moderadamente felices. El pinzón azul de Gran Canaria no se extinguirá, al menos de momento. Así lo confirma Pascual Calabuig, biólogo, veterinario y director del plan de recuperación de la especie.

"Son unos pájaros asombrosos y han sabido buscarse la vida muy bien, manteniéndose algunos en lugares quemados y conquistando otros zonas".

Además se ha hecho otro descubrimiento asombroso. El pájaro ha logrado salir del gueto de Inagua, colonizando los primeros pinares de repoblación de la cumbre grancanaria.

El Cabildo de Gran Canaria lleva décadas trabajando en esa dirección, ampliando los todavía hoy reducidos bosques de pino canario en la isla, un árbol endémico sobre el que se sustenta la exquisita población de pinzones azules. Siguen así el ejemplo de la vecina Tenerife, donde los pinares abrazan como una circular corona verde las cumbres del Teide, permitiendo la existencia de cerca de 20.000 pinzones de la subespecie tinerfeña (Fringilla teydea teydea), parecida a la grancanaria pero algo más pequeña y genéticamente diferente.

Sin embargo, el crecimiento de estos bosques es lento y las necesidades de pinares maduros demasiado urgentes para un ave tremendamente selectiva, que no puede vivir en otro lugar ni alimentarse de otra cosa que no sean piñones. Por eso también existe un proyecto de cría en cautividad, con el que Pascual Calabuig confía en poder reforzar algún día las poblaciones más amenazadas. O recuperar las recientemente extinguidas, como la que hasta hace apenas diez años sobrevivía en la Caldera de Bandama. "Si nosotros les ponemos el hábitat adecuado, lo demás lo harán ellos", asegura el biólogo convencido.

Yo soy menos optimista. La población de pinzón azul grancanario es todavía extraordinariamente pequeña, por eso muy vulnerable, pero tras millones de años de adaptación, tiene más recursos de supervivencia de los que sospechábamos los más agoreros. Hábitat. Eso es lo que más necesitan. Un programa serio de reforestación y de creación de corredores naturales, junto con una mayor sensibilidad de los políticos isleños que ponga fin a la urbanización salvaje a la que se está sometiendo a Gran Canaria.

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