P.E.C.T.A.


El premio de Bosque Amenazado es para un monte talado pese a la voluntad de la dueña
Pazo y bosque de Cascaxide, en Silleda, Pontevedra.


La propietaria del bosque de Cascaxide se emocionó visiblemente al recoger el galardón de la categoría de Bosque Amenazado. «Puede ser una ayuda para evitar que lo talen».

El monte son siete hectáreas de centenarios robles ('Q. Robur') entre los que crecen pinos (P. Pinaster) de un tamaño difícil de ver, pues normalmente son cortados antes. Además, el sotobosque con abedules, acebos y jóvenes castaños completan el paisaje de esta fraga gallega. Lucía Espinosa, su propietaria, nunca ha querido cortarla. «Es un ejemplo del bosque gallego, que ya casi no queda porque ha sido sustituido por plantaciones industriales y especies foráneas».

Pese a la pasión por su bosque heredado intacto, Lucía Espinosa no pudo evitar que este año un maderero entrara en sus terrenos para talar una hectárea. Ella es dueña de la tierra, pero otra persona tiene el usufructo del terreno. Éste permite la explotación tradicional del bosque, como la recogida de leña y frutos, pero no desde luego la corta del madera. "Es como si alguien alquila un piso y el inquilino se dedica a desmontar la casa y a vender los ladrillos", explica la propietaria.

Sin embargo, la usufructuaria solicitó un derecho de corta a la Administración y lo obtuvo. ¿Cómo? Por silencio administrativo. Según la ley en Galicia, si la administración no responde en 15 días a una solicitud de ese tipo, el demandante puede darla como concedida tácitamente.

Así se están cortando en Galicia el 90% de los bosques que se talan, denuncia Espinosa. El asunto, ahora mismo está recurrido en dos vías, la administrativa y la penal. El juez debe decidir si la usufructuaria le puede cortar el bosque a su dueña. Los viejos robles están pendientes de la sentencia y el hacha.

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